En la junta directiva de Milana Bonita cayó como un jarro de agua fría la actitud y decisión del Ayuntamiento de Alpedrete en cuanto a eliminar los nombres de Francisco Rabal y Asunción Balaguer en la nomenclatura urbana de aquella localidad madrileña. Una plaza y un centro cultural, respectivamente, iban a perder (ya lo han perdido) los nombres de dos personas, representantes icónicas del histrionismo, que, para más inri, decidieron vivir en aquel pueblo los últimos años de sus vidas. Y por sus perfiles sociales y humanos se ganaron rápidamente la admiración, el respeto y el cariño de sus convecinos.
Todo se convirtió en tristeza e indignación. Pero también en la percepción de estar ante un nuevo atentado contra la cultura, otro más, algo nada extraño en unos actores políticos que, en esta básica materia social, están haciendo estragos en pueblos, ciudades y autonomías. En definitiva, un ensalzamiento de la sinrazón.
En la nota de prensa que Milana Bonita difundió, con marchamo de urgencia, en cuanto supo de semejante despropósito ya se denunciaba la actitud del ayuntamiento alpedreteño. Su Equipo de Gobierno —formado por siete ediles del PP y tres de VOX— acordó ejecutar por la vía de urgencia esta medida, sin comunicación alguna al resto de la Corporación; urgencia a la que solamente avalaba la argucia de “hechos consumados”.
Todo se convirtió en desacuerdo e incomprensión, pero conviniendo que tal vez lo hicieron así para evitar que la presión mediática, política e institucional —como ya ocurriera en Albudeite (Murcia), en 2020, pudiera obligarlos a reconsiderar sus posicionamientos.
Y cuando Milana Bonita se encontraba intentando sobreponerse al estupor de semejante despropósito, o cerril bravuconada cultural, recibió la emergente noticia de que ya era un hecho. Una publicación digital anunciaba en su título de cabecera que ya habían retirado las placas: “PP y VOX retiran en Alpedrete los nombres de Paco Rabal y Asunción Balaguer de una plaza y un centro cultural”. Todo quedó envuelto en el sentimiento de estar viviendo una incomprensible animadversión hacia un mito de la cinematografía española, y universal, acompañado en esta ocasión por su esposa y siempre compañera, Asunción Balaguer, otra indiscutible gran actriz.
¿Qué podía tener contra ellos una decena de ediles del PP y VOX para tramitar ese cambio de nomenclatura urbana con tanto apremio para que el mismo día, por la tarde, ya se produjera la retirada de las placas de la plaza y del centro cultural referidos?
El recuerdo de la referida y similar iniciativa en Albudeite vino a refrescarnos la memoria. En aquella ocasión (diciembre de 2020), el tándem PP-Cs se vio tan abrumado por las reacciones, incluso desde dentro de la formación popular, que dieron marcha atrás, quedando revocada aquella peregrina idea.
Tal vez por eso lo han hecho en esta ocasión con una inusitada urgencia, absurda en apariencia pero que, a la vista del devenir, no lo era.
Tenían que evitar, forzosamente y como ya hemos señalado anteriormente, reacciones mediáticas y de instituciones. Sobre todo, ante la evidencia histórica del respeto esgrimido por gobiernos de diferentes ideologías.
Durante el fatídico día, jueves 25 de abril, pululaban titulares en prensa de este corte y confección: “PP y VOX quieren eliminar a Paco Rabal y Asunción Balaguer de dos placas en Alpedrete”. Y en cuanto a instituciones, La Unión de Actores también se pronunció expresando que “es un acto enmarcado dentro del revanchismo y el revisionismo histórico en el que está empeñada la ultraderecha”.
Pero decidió el PP perpetrar el iconocidio (vocablo no reconocido por la RAE, pero suficientemente clarificador) porque de los tres votos ultraderechistas depende su continuidad en el poder.
Ya es curioso, por esperpéntico, que este ataque, cultural y personal, venga a materializarse el año en el que se cumple el 40 aniversario de una de las mejores películas de todos los tiempos, Los Santos Inocentes. Y el núcleo duro de la Corporación Municipal de Alpedrete —posiblemente en su analfabetismo formativo y educativo— viene a conmemorarlo, y a celebrarlo, borrando cualquier vestigio del inolvidable Azarías. Y a lo peor, tal vez, exponiendo su desacuerdo con el jurado que otorgó, en el Festival Internacional de Cine de Cannes, todos los parabienes a quienes dieron vida —actores, actrices y director— al retrato que hizo Delibes de esa España que, a lo peor, tanto añoran los censores culturales de esta absurda actualidad.
Aludía Milana Bonita, con ocasión del triste espectáculo del Ayuntamiento de Albudeite, que son cientos las calles, plazas o centros culturales que perpetúan, enarbolando su nombre, al actor español más internacional. Y en lugar alguno, desde sus respectivas inauguraciones y rotulaciones, se ha intentado semejante dislate. También es verdad que nunca ha estado la derecha filofranquista imponiendo decisiones y amordazando voluntades.
Celebramos la reacción de la ciudadanía de Alpedrete, que se ha manifestado contra esa absurda decisión y ha convocado una concentración para el día 11 de mayo, precisamente en la Plaza Francisco Rabal. Y también la condena de los grupos de oposición en la corporación alpedreteña y su decisión de auspiciar y solicitar un pleno extraordinario para la revocación de esta incalificable decisión unilateral.
Y también, como no podía ser de otra manera, el posicionamiento ¡casi! unánime del Ayuntamiento de Águilas durante la sesión plenaria celebrada el martes 30 de abril. La moción presentada por el PSOE —planteando el desacuerdo y la repulsa a la resolución del Equipo de Gobierno de Alpedrete, al tiempo que instando a su corporación a la reconsideración de la medida— fue aprobada por la abrumadora mayoría que supone la suma de los votos de PSOE y PP frente a la abstención de los tres concejales de VOX.
¿Barcos sin honra u honra sin barcos?; que cada cual se lo haga mirar; por sus hechos los conoceréis; o que cada palo aguante su vela.